Fiestas de Adoración al Niño Jesús, la histórica navidad tardía que salvaguarda Cascajal

Fiestas de Adoración al Niño Jesús, la histórica navidad tardía que salvaguarda Cascajal


Las fugas de adoración son un encuentro cultural envuelto por la magia de la música tradicional y la alegría de la danza para celebrar el nacimiento del niño Dios en poblaciones como el norte del Cauca y el sur del Valle, una manifestación que se ha consolidado como el encuentro cultural donde la comunidad se une, se abraza y se reconoce gracias al poder de los sonidos de su historia.

Entre la espiritualidad y los sonidos que evocan la memoria del pueblo afro, cada enero sobre las ocho de la noche una hermosa procesión se desplaza por la vía principal de la vereda Cascajal recorriendo los siete sectores que conforman esta zona rural de Cali. Desde el tradicional sector de ‘Los Labrada’, los músicos y un grupo pequeño de peregrinos inician la ruta que se va nutriendo durante el recorrido, en el que se van sumando las agrupaciones que se integran al cortejo recitando loas y versos de adoración.

Los músicos le dan vida a la fiesta junto a la voz potente y sentida de las cantoras, los acompañan las pastoras, los pastorcitos, las indias, los ángeles, las gitanas, San Miguel Arcangel, la mula y el buey, personajes representados por mujeres, niñas y niños de la comunidad; también está presente la estrella de oriente, un estandarte que va anunciando la procesión; no pueden faltar los padrinos y madrinas, quienes portan la cuna del Niño Dios; y por supuesto San José y la Virgen María.

Finalizada la procesión, el Niño Dios es instalado en el pesebre y, justo en ese momento, el encuentro se convierte en fiesta y toda la comunidad canta y baila a ritmo de las jugas de adoración, aquella tradición que escenifica el nacimiento del niño Dios mezclado con las vivencias cotidianas, donde la memoria y la ancestralidad de su pueblo son las protagonistas.

Los orígenes de esta manifestación se remontan a la época de La Colonia en el contexto sociohistórico de la hacienda esclavista que se dio en el valle geográfico del Río Cauca. Historiadores como Manuel Zapata Olivella, aseguran que este sincretismo religioso llegó en el siglo XVII junto con los colonizadores, en una revoltura de dioses y de músicas. Con la libertad conquistada, las personas esclavizadas se llevaron su cultura, sus costumbres y las aprendidas, y con ellos se quedó el gusto por algunos instrumentos europeos que combinados con los ritmos negros dieron como resultado los bambucos de plaza, los torbellinos, arrullos y las tradicionales adoraciones al niño Dios.

Se celebra en enero porque para las comunidades negras esclavizadas el mes de diciembre estaba destinado a atender la celebración navideña de sus esclavistas, lo cual les arrebataba la posibilidad de festejar. Por ello, celebraban el nacimiento del niño Dios en los meses posteriores, como una “navidad tardía”, y así se institucionalizó la tradición en territorios como Cascajal, Quinamayó, Santander de Quilichao, Puerto Tejada, Buenos Aires y otros municipios.

Lucía Mina, gestora cultural de Cascajal, destaca que “la fiesta de adoración al Niño Dios es uno de los principales legados culturales de nuestros ancestros. Conforme lo indican las portadoras, mayores de edad, la fiesta se ha celebrado desde hace más de 30 años. Al ser un espacio en el que confluyen niños, jóvenes y adultos, la fiesta posibilita la transmisión de la tradición y la apropiación de la misma por parte de todas las generaciones”.

Desde el área de Patrimonio Cultural Inmaterial -PCI- de la Secretaría de Cultura de Cali, se apoya la difusión, fortalecimiento y pervivencia de esta tradición, reconociéndola como una manifestación a través de la cual el pueblo afro relata y recuerda sus vivencias y creencias, convirtiéndose en parte irremplazable de su memoria colectiva y su identidad cultural.

“En una vereda como Cascajal, cuya pervivencia se ve amenazada por el proceso de expansión urbana, sujeta también a la inmigración constante de personas de diferentes municipios y barrios de Cali, la celebración de esta fiesta constituye una barrera frente a la pérdida de nuestra cultura y tradiciones entre los niños y jóvenes, es una forma de volver a nuestras raíces, como una base que permita proyectar nuestro futuro”, concluye Lucía.


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Fecha de publicación 27/01/2023
Última modificación 27/01/2023

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