‘El duende’, ‘La pata sola’ y ‘El viruñas’: orgullosa tradición oral del Pacífico que se tomó la palabra en Bogotá

‘El duende’, ‘La pata sola’ y ‘El viruñas’: orgullosa tradición oral del Pacífico que se tomó la palabra en Bogotá


“Qué susto tan verraco. Sudé frío, me puse pálido y casi me desmayo. Pero me acordé que hace mucho tiempo, mi papá me dijo que cuando se me apareciera el duende en medio de la selva, era para avisarme que ya estaba listo para tocar la marimba como los dioses. Me le puse firme y lo desafié”, contaba Euclides Mina a un grupo de señoras bogotanas, quienes, con ojos de espanto y piel erizada, lo miraban y escuchaban, suspensas.

Para Euclides, el ambiente era propicio para cautivar, sorprender y dejar desbordar la tradición oral que lleva adherida a su alma. Estaba rodeado de marimbas, tamboras, cununos y curiosas mujeres bogotanas, anhelantes de conocer las esencias del Petronio Álvarez. En tarima, 14 agrupaciones se presentaban en la zonal clasificatoria, disputándose su paso a la final para estar en Cali entre el 15 y el 20 de agosto para disputar ‘El bombo golpeador’.

“Sentí un ladrillazo en la espalda. Cuando “voltié” a mirar, vi a un niño chiquito con un sombrero grandote, ojos rojos y dientes de hiena. Lo escupí y salió disparado como un cohete”, narraba con convicción y dotes de encantador, Euclides, al punto que, a una de las presentes, doña Carmen, le temblaba la caja de dientes.

- “¿Y usted que hizo?”, preguntó preocupada, doña Bertha.

- “Lo insulté, le hice un conjuro y ya. Desde eso toco la marimba y acompaño a mi pariente, Absalón Sinisterra, donde quiera que vaya a mostrar su talento”, respondió Euclides.

Aquel heredero de las leyendas del Pacífico, Absalón Sinisterra, nacido en Timbiquí, Cauca, quien lleva ocho años en Bogotá al frente de la agrupación musical Afropacífico, recuerda que su padre cada que estaba tomado, le contaba el caso de Liborio, un negro grandote que tocaba guitarra magistralmente.

Un día -cuenta- su padre se lo encontró en el camino a las dos de la mañana, frente a un árbol de aguare. Estaba con el duende. Mi papá tocó la guitarra mejor que Liborio y el duende, ofendido, lo arañó, lo golpeó y casi lo mata. “Así heredé yo esa tradición”.

Ahora, Absalón difunde en la capital de la República el folclor como una propuesta de vida para profundizar y vivir de su talento, enamora al público del interior tocando y cantando currulaos, fugas y otros aires, mostrando las cosas buenas de sus ancestros para que la humanidad sepa de dónde vienen las letras de sus canciones, cómo se hacen los instrumentos, para qué se caza un venado y para qué se corta la madera.

Muestra la gastronomía, la oralidad y las costumbres de su región a través de cantos, alabaos y arrullos que transmite de generación en generación. Sus hijos, de 6 y 10 años, ya tocan instrumentos del pacífico y lo acompañan –al igual que Euclides- en  la marimba, el bombo, el cununo y el guasá.

Mientras Absalón toca en la tarima del Centro Comercial Calima de Bogotá, las señoras capitalinas se toman de las manos, miran a los ojos al viejo Euclides y le piden que siga sus relatos.

“Eso no es nada - dijo el viejo con voz socarrona- “La pata sola” me pidió que la acompañara a una correría, “La llorona” me pidió que la consolara y “El viruñas” quiere que “ni por el diablo” me pierda el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez que se llevará a cabo entre el 15 y el 20 de agosto en Cali.


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Fecha de publicación 20/05/2018
Última modificación 20/05/2018

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