“Él compró el terreno y ella ayudó a construir el rancho”: El Origen

“Él compró el terreno y ella ayudó a construir el rancho”: El Origen

El Bulevar de Oriente será un sitio donde caleños y foráneos querrán hacer turismo, gracias al mejoramiento y embellecimiento que adelanta la Administración Distrital.


Esta es la primera de tres entregas con la historia de la familia Álvarez Arboleda, basada en hechos reales ocurridos en los inicios del barrio Marroquín y en cuya casa, la Secretaría de Desarrollo Económico Distrital, con el apoyo de la Cooperativa Confiar, pinta un mural que le dará vida al Bulevar de Oriente, convirtiéndolo en una de las galerías barriales más grandes del país.

Era el verano del 82. En Santiago de Cali hay un barrio (Marroquín); en el barrio hay una esquina; en la esquina un rancho de bahareque (hoy una casa); en la casa dos habitaciones grandes con una familia integrada por papá, mamá y siete guámbitos, que llegaron en procura de lo que muchos buscamos cuando decidimos voluntariamente partir del terruño que nos vio nacer: la buena fortuna.   

“Cuando nosotros llegamos al barrio éramos papá, mamá y siete hermanos. Mi papá era Óscar de Jesús Álvarez Agudelo; mi mamá Tania Arboleda de Álvarez; y mis hermanos Diver, Jenny, Jhon Gustavo, Yurley, Elkin, Jhonny, Milena, Everth y yo (tres de ellos fallecidos). Éramos una familia numerosa”, relató Francenit Álvarez Arboleda.

Recuerda que en ese verano eran pocas las casas; apenas se levantaban las primeras chozas con calles sin pavimentar, polvorientas, las mismas cuyos techos se escapaban de salir volando con los fuertes vientos que elevaban altos y monumentales remolinos con grandes torbellinos, que obligaban a guarnecerse o pagar escondedero.

Y ni qué decir del transporte, ‘tirar pata’ por prolongados y extensos trayectos hasta llegar al paso de un campero que los sacaba hasta la octava, cerca de Alfonso López o a Puerto Rellena, para hacer transbordo si la intensión era llegar a la otra Cali. Posteriormente fueron llegando las rutas de buses regulares, siendo la Villanueva y la Azul Crema las primeras en instalarse en la zona.

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Eran tiempos de cultivos de soya, sorgo, maíz, millo, plátano y otros productos de pan-coger en una zona donde la civilización y el desarrollo apenas asomaba. También eran tiempos de incertidumbre que invadía a quienes se asentaron en el sector.

“Para ese entonces, el barrio apenas estaba iniciando y todas las casitas eran de esterilla; gente que como nosotros se estaba asentando en el lugar; gente humilde, pobre, que llegamos a esta ciudad en busca de oportunidades”, cuenta Francenit.

Y es que a Cali los Álvarez Arboleda llegaron por esas cosas que han caracterizado a muchas familias procedentes de otros lares. Primero llega un familiar y comienza a arrastrar el resto de parientes, que no lo piensan dos veces a la hora de un promisorio futuro.

“Llegamos al barrio Marroquín por una prima que vivía y tenía una casita en este lugar, en esa misma cuadra. Ella fue quien le habló a papá del terreno y él lo compró; mejor dicho, se lo entregaron y mamá fue pagando los 165 mil pesos por cuotas. Nosotros estábamos viviendo en Buenaventura, yo era muy niña y un día papá llegó por nosotros. Nos dijo que había comprado un terreno, entonces nos vinimos para Cali”, detalló.

Contó que se trataba de un ‘ranchito’ que, de entrada, les impactó porque era un cambio de vida muy fuerte, pero tocó aceptarlo porque eso era lo que había y poco podían hacer como niños. Eran ellos, los padres, quienes decidían el cómo, para dónde, el por qué y el cuándo de las cosas. Y en el solar de ese ranchito tenían su propia huerta donde sembraban para comer lechuga, tomate, maíz, cilantro y otros frutales.

“Mi papá había hecho un ranchito de esterilla y pues allí nos metimos. La verdad para nosotros fue muy fuerte, fue muy duro, porque no habíamos estado acostumbrados a vivir así. Pero era lo que mi papá había conseguido; éramos niños y mi mamá aceptó y era algo propio. Entonces allí fue que empezamos la vida en Marroquín. Lo primero que hicieron fue dos habitaciones grandísimas; las hizo un tío y mi mamá; el resto de la casa la hizo papá con sus propias manos y un hermano de él. La enchapada y repellada la hizo el hermano de mi papá; nos ayudó muchísimo ya que él trabajaba en la construcción”, describe con voz entrecortada, que denota el recuerdo de un pasado poco añorado.

Él de Tuluá, ella de Zarzal; ambos vallecaucanos; aunque Francenit aclaró que su mamá tiene sus raíces antioqueñas. “Procede de familia paisa, pero con muchos años en el Valle. Desde que yo tengo conciencia siempre los familiares han vivido en Zarzal”, dice.

Relató que sus padres son unos berracos. La mamá vendía ropa, mientras su padre desaparecía entre los cafetales por un buen y prolongado tiempo y, ocasionalmente, llegaba por cuestiones de ‘camello’ hasta la costa. Y cuando volvía, cuenta, el viejo venía ‘embilletado’ para ponerse al día con los gastos de la casa y la manutención de los pequeños.


“Mi mamá trabajaba vendiendo mercancía puerta a puerta, casi todos los días salía. Y mi papá viajaba, siempre estaba por fuera, se iba a trabajar lejos y volvía cada seis meses; dependiendo cuando lo hacía traía plata y poco a poco fueron levantando la casa. Él fue el que hizo la casa, mi mamá pagó el terreno”, precisó.

Actualmentre las mejoras en la zona son visiblemente relevantes y notables, al tiempo que se espera con este proyecto de mural -donde se suman Administración Distrital y comunidad-embellecer aún más el lugar y fomentar un sentido de pertenencia entre los habitantes.

Hoy, verano de 2023, casi 40 años después, sala en casa; nueva familia en casa; casa en esquina; y una esquina en Marroquín con un espectacular mural, que rememora un pasado con escasez cargado de mucha felicidad por parte de quienes fueron construyendo y sembrando futuro hasta recoger sus frutos.

Pronto veremos transformación radical en el entorno del sector, convirtiéndolo en un lugar donde propios y extraños querrán hacer turismo. En el Bulevar de Oriente, gran mural el de la Secretaría de Desarrollo Económico Distrital, con el apoyo de la Cooperativa Confiar.

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Félix Alomías Ceballos

Fotos: Cortesía familia Álvarez Arboleda y Gustavo Niño

 

 


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Fecha de publicación 20/10/2023
Última modificación 20/10/2023

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