Todo lo que he aprendido es de la calle: Hermes Manyoma

Pocas veces el público tiene la oportunidad de estar de tú a tú con los artistas que admira.
Gracias a la serie de conversatorios que se iniciaron como parte de la programación del X Festival Mundial de Salsa, Cali 2015, el cantante, compositor y director de orquesta Hermes Manyoma compartió con sus seguidores momentos de su vida, sus comienzos, las giras, los éxitos que le han dado un lugar privilegiado en el mundo de la música.
El siguiente hace parte de uno de los conversatorios que el artista tuvo en la Audioteca Municipal de la Secretaría de Cultura y Turismo de Santiago de Cali y que se transcribe como homenaje a su talento.
Una vida por contar
Fue grato ver al maestro, ahí frente a su público: sencillo, locuaz, risueño, cantante siempre.
Hablo de sus inicios, de ese pasado en el que las ollas en su casa sintieron el azote de su ya iniciático sentido del ritmo. Contó del apoyo sin restricciones de su señora madre que entendía el camino del son de sus hijos.
Contó cómo junto a su hermano esperaban a la mamá que regresaba del trabajo que desempeñaba en Propal. Se ubicaban en la calle 34 con carrera 8ª, cerca de un sitio que se llamaba Galaxia Musical Nuevo Mundo, al que llegaban muchas orquestas.
Mientras aguardaban veían como al lugar llegaban personajes como Richie Rey, Alfredito Linares, Lucho Macedo, entre otros.
Recuerda también que allá conoció a Los Supremos, una orquesta colombiana cuyo cantante era un señor que se llamaba Piper Pimienta, uno de los iconos de la música colombiana.
“De él muchos aprendimos su manera elegante en el vestir, su forma de bailar, los visajes que hacia cuando estaba en tarima, porque era un grande de la música –dijo-”.
Contó también que su hermano Wilson Manyoma, más conocido como Wilson Saoko, un día se fue a estudiar a Popayán aunque sabía que lo suyo era la música.
“Teníamos un amigo, Dagoberto Gil, que hoy vive en Panamá –recuerda para el auditorio- y quien conocía nuestro interés por la música y lo que hacíamos en casa. Cualquier día, como una premonición nos dijo: “a ustedes yo los voy a llevar a cantar con Fruko.
A mi madre no le gustaba mucho la amistad con él hombre porque era aficionado al licor, pero cumplió su promesa y el primero que cantó con Fruko fue su hermano Wilson.
Resulta –contó Manyoma- que Dagoberto se perdió de nuestras vidas por un tiempo. De pronto, meses después apareció y preguntó por el paradero de Wilson. Él andaba por allá tocando un matrimonio.
-Pues hay que buscarlo porque mañana me lo llevó para Medellín a grabar con Fruko y sus tesos, dijo-.
“Efectivamente al día siguiente mi hermano Wilson partió hacia Medellín. No volvimos a saber de él, ni llamaba, ni un Marconi o telegrama, que era lo que se usaba en esa época. Un día sintonizamos una emisora de la capital antioqueña y mi hermano Henry y yo escuchamos una canción que decía ‘Rico, rico, caballero’. -Ese es Wilson –dijimos- y efectivamente era nuestro hermano que ya había grabado con Fruko”.
Poco tiempo después –contó Hermes Manyoma- el Wilson llamó y nos confirmó que efectivamente había grabado con Fruko y que iban para Barranquilla porque había llegado ‘El Joe’.
Entonces contó que “el proceso con Joe (habla de Joe Arroyo) fue difícil porque él era ídolo en Cartagena y no quería radicarse en Medellín. Este tenía su orquesta, La Protesta.
Y añade al margen: “Vimos la novela, pero esta no cuenta lo que fue la vida real, nosotros sí podemos decir cómo es la cosa, pero la novela no. Tiene muchas cosas que son un impacto publicitario, pero no lo que la gente debió haber conocido: la parte humana del Joe, de Wilson y de Fruko”.
Entonces aclara que habla de todo esto para que haya una conexión con lo que ha sido de importante la música en la familia.
“Comencé mi vida en la música en los años 80. Empecé con una orquesta que actualmente se llama La Octava Dimensión, pero que en ese entonces se llamaba La Sonora Juventud. Allí inicie como utilero, y luego me hacía en una esquinita a hacer coros, a tocar el güiro y la campana”.
Y prosigue su relato: “Pasaron unos 4 años y yo ya conocía el repertorio de la orquesta cuando un día el cantante principal hizo falta. Estábamos en una presentación en Palmira, en una discoteca que se llamaba La llave. Cuando eso, las orquestas empezaban a tocar a las 2:00 de la tarde hasta las 10:00 de la noche y las orquestas tocaban 5 tandas de 45 minutos. Había que estar muy bien preparado”.
“Los de la orquesta me dicen: ‘Hermes hágale usted’. Y yo, como me sabía casi todo el repertorio, le dije: ‘Vamos en la juega’. Hice tres set de 45 minutos y al 4 llegó el cantante principal. Al terminar el toque uno de los músicos dijo: ‘Bueno, hermano, ya Hermes no es más utilero’, y ahí comencé a responsabilizarme como cantante”.
“Estuve con la Orquesta Dimensión unos 10 años y en ese tiempo alternamos con unas 14 agrupaciones internacionales. Aquí hubo una persona que se llamó Larry Landa, y para los años 1982, 1983, nos puso a alternar con la gran mayoría de orquestas de Puerto Rico y de Nueva York. Fue la primera persona que trajo orquestas de New York a Cali”, dice.
“Nosotros tocábamos música de todas las orquestas que había. Nosotros hacíamos música del momento. Alguna vez un músico dijo: ‘Las orquestas de Cali son orquestas de radio’, queriendo decir, que tocábamos la música de otros que estaba pegada.
“Entonces me dije: ‘Yo quiero hacer música escrita por mí’.
“Estábamos alternando alguna vez con el Conjunto Clásico, y tocamos un disco del Gran Combo: ‘Compañera mía para ti nací, compañera mía por ti viviré’.
“El director de nuestra orquesta, Santiago, le preguntó a Ramón Rodríguez, el gran compositor: ‘Ramón, ¿cómo viste la orquesta?’, y Ramón le contestó: ‘Suena mejor que El Gran Combo’. Eso ya es una herida. Se llama una herida –explica- porque nosotros tocando una música de otra orquesta nosotros no podemos tocar mejor que la original”.
“Empecé a escribir mí música y un día le dije a Santiago: ‘Quiero que hagamos música de nosotros’. Sacó algunas disculpas y seguí con ellos otros 8 meses, porque yo quería hacer música mía”.
“De ahí me fui para Bogotá y llegué a CBS, donde estaba Willi Salcedo, a llevar una muestra en la que había temas como: ‘Yo no quiero bailar separado, yo quiero bailar son pegaito’, ‘Vive feliz’, ‘La pobre Lola’, entre otros”.
En el año de 1987 salió Hermes Manyoma y su orquesta La Ley y de ahí en adelante su discografía logró el reconocimiento del público y las ventas de sus temas fueron un éxito.
Alguien del público le pregunta si estudio sobre métrica y otras materias para la música, a lo que Manyoma responde: “A la Octava Dimensión llegó un muchacho de apellido Contreras, a cantar conmigo en el grupo. Venía de Ibagué, Tolima. Él leía música y tenía técnica para el ejercicio vocal y compartió conmigo sus conocimientos en algunos aspectos de técnica vocal. Yo estuve en el Instituto Popular de Cultura unos tres meses y no volví, porque yo creía que sabía cantar, pero aún siento que sigo aprendiendo. Todo lo que he aprendido es callejero”, dice.
Asegura Hermes que la Orquesta la Ley tiene un golpe caleño, es decir, el golpe pachanguero. “He hecho un tema con mi hijo –cuenta- quien en adelante va a cantar muchos de los temas que yo ya tengo hechos para él”.
Dicho esto, Manyoma suelta un tema que llena el auditorio y mientras la música suena muestra sus habilidades de bailarín curtido en las tarimas. Al final explica que ese ritmo es el golpe de Pachanga, “como bailan los bailarines y la gente de Cali”.
Dentro el público, alguien pide la palabra Semanate, para elogiar el trabajo del maestro. Es un hombre que sabe de música, con capacidad de análisis y conocimiento de lo que dice.
“Siempre he resaltado el trabajo musical de Hermes Manyoma”, dice. “Cuando he escuchado la orquesta de Manyoma en vivo se me eriza la piel porque suena como un relojito”.
Y agrega: “Este man como habla canta”. El auditorio se ríe y celebra el cumplido. “A lo bien que sí”, dice otra voz en el auditorio.
El hombre del testimonio inicial replica: “La salsa, cuando Hermes habla del golpe de pachanga, que es un ritmo caleño y en Cali le apostamos mucho al ritmo de la pachanga”.
Y asevera: Cali, no es una ciudad salsera. Cuando se habla de Cali como una ciudad salsera es una mentira muy grande. Cali es una ciudad que se identifica por las pachangas, por la música tropical bailable, más no por la salsa. La salsa es otra cosa diferente a lo que nosotros los caleños bailamos”.
Y concluye: “Esta ciudad ha sido muy pachanguera y muy guarachera también. Claro que hay salseros, pero la ciudad tiene otros estilos musicales que nosotros a veces la metemos en un conjunto y creemos que todo es salsa, pero no. Cali es una ciudad tropicalera y pachanguera”. Entonces felicita a Manyoma por su tema de golpe pachanguero.
Hermes Manyoma agradece la presencia del público y mientras suena el tema que quiere destacar, Golpe de Pachanga, algunos asistentes sacan sus celulares, le piden al artista una foto e inmediatamente le rodean para la imagen, la imagen para el recuerdo, la foto con uno grande de la música de Cali.
Secretaría de Cultura y Turismo / Manuel Tiberio Bermúdez