Así se vive con la renovada esperanza de una vida lejos de la guerra y en una vivienda digna

La mañana está un poco fría. El cielo ligeramente opaco permite sentir la humedad de la lluvia que riega el césped de tono verde esperanza que contrasta con el duro gris del pavimento. Es el preámbulo de un día diferente en el oriente de Cali.

De repente se escucha un fuerte clamor de júbilo, una frase cargada de alegría y agradecimiento: “¡gloria a Dios!”, quien la pronuncia es María del Carmen Guerrero, de 67 años, al abrir la puerta de su nuevo apartamento en La Ciudadela Recreativa Charco Azul, ubicada en la comuna 13 en el oriente de Cali. Acto seguido se arrodilla a las puertas de su vivienda, llena de gozo, en compañía de sus nietos y de su hija Zuleyma.

Su regocijo se explica al ver su nuevo espacio de vida. Sus lágrimas de felicidad brillan como un bálsamo pacificador para el alma de esta guerrera desplazada del corregimiento de Bocas de Satinga, en el municipio de Tumaco, Nariño.

Y es que la familia de María del Carmen, hace parte de las 400 familias reasentadas en la Ciudadela. Este ambicioso proyecto de vivienda se realizó con una inversión aproximada a los $21.874.776 millones por parte del fondo de Adaptación y $1400 millones aportados por la Secretaria de Vivienda Social y Hábitat, que también donó el lote donde se construyeron los apartamentos.

Después de un breve recorrido en su nuevo hogar María muy emocionada dijo, “les quiero decir que estoy muy contenta, así como me siento yo hoy, se siente toda persona que no tiene y lo consigue en un momento. Dios lo bendice a uno. Además estoy muy agradecida con el señor alcalde”.

La gratitud es el consuelo para esta mujer que en el año 2009 debió abandonar su hogar en Bocas de Satinga por los fuertes combates entre las Farc y la fuerza pública. Un total de 234 familias afrodescendientes e indígenas abandonaron sus territorio según el Comité Municipal para la Atención a la Población Desplazada, CMAIPD.

Muchos de esos desplazados llegaron a Cali al barrio El Poblado al asentamiento ´La Lucha´, en donde los zancudos, bichos de toda clase, letrinas y las condiciones precarias brindaban un espacio hostil, pero lejos de la guerra.

Cinco semanas después de recibir su residencia, María Carmen disfruta a plenitud, ella una partera de profesión, agricultora de papa china, plátano, yuca y banano viaja por temporadas a Bocas de Satinga para ganarse algún dinero e invertirlo en su vivienda.

“Más adelante quiero echarle el piso, estucarlo, hacerle los acabados al patio, todo me gusta, pero quiero que mi apartamento sea más bonito. Poniendo a Dios por delante, sé que lo podré lograr”, afirmó.

Estas viviendas de interés prioritario, VIP, constan de una área de 46m2, en su interior encontramos una sala – comedor, cocina, dos baños, dos habitaciones, estudio, patio y amplias ventanas que garantizan un lugar fresco, que tendrá zonas verdes y parques, generando una mejor calidad de vida.

La sonrisa de la patrona del hogar, anuncian que las ventanas no solo sirven para mirar al cielo y observar a los vecinos pues desde ahí nacen los negocios. El espíritu emprendedor es de familia, su hija Zuleyma, la mamá de Manuel, Carmen Alicia y Luisa, quienes ahora tienen un lugar más seguro con condiciones dignas para vivir y estudiar, anuncia que llegada la noche habrá venta de empanadas, papas aborrajadas, papas rellenas y chorizos. De esta forma Zuleyma, con su buena sazón, se gana unos cuantos pesos para subsistir.

Este es un día habitual donde se ordena la casa, se lee la biblia, se ve la tv, mientras María Carmen aprovecha para descansar de las largas jornadas de siembra en Bocas de Satinga de donde acaba de regresar.

Madre e hija elevan inmensas plegarias de gratitud para la alcaldía de Maurice Armitage por su voluntad política, la esperanza de cambio y brillo en sus vidas.