Luego de habitar 5 años la calle, don Eimer recuperó su vida

Luego de habitar 5 años la calle, don Eimer recuperó su vida


La sonrisa de don Eimer es contagiosa y sincera. A sus 50 años tiene la fuerza y el ánimo para trabajar y construir un futuro para sus tres hijos y seis nietos, pues quiere demostrarles que todo es posible.

Muy orgulloso de ser quilichagüeño, agradece la oportunidad que ‘La Sucursal del Cielo’ le brindó por medio de Secretaría de Bienestar Social de la Alcaldía  y la Fundación Samaritanos de la Calle, de la Arquidiócesis de Cali.

“Para Maurice Armitage y todo el equipo que trabaja por el bienestar integral de los habitantes de calle en el municipio es de gran importancia brindar los espacios que generen oportunidad de cambio para ellos”, expresó Carolina Campo Ángel, secretaría de Bienestar Social.

Don Eimer vendía sustancias psicoactivas en la galería de Santander de Quilichao, norte del Cauca, incluso llegó a estar preso por este delito, motivo por el cual sufrió su compañera sentimental del momento y su pequeño hijo.

Pero debido a que se enamoró de una clienta, abandonó a su familia y decidió irse con esa mujer para Cali, donde pagaban seis mil pesos por una habitación en el barrio Sucre. Juntos consumían marihuana, pero por influencia de su nueva compañera se vio sumergido en el mundo oscuro de la habitabilidad de calle.

No solo aumentó la dosis diaria de la marihuana, sino que empezó a consumir el famoso ‘maduro’, que es marihuana y bazuco, además de probar de diferentes drogas sintéticas conocidas como “pepas”. 

“Estas drogas son un engome, no sentía el tiempo y pasaba sin que me diera cuenta. No podía ni tomarme un tinto porque mi expareja usaba todo el dinero para comprar droga, hasta vendió toda mi ropa. Por eso terminé viviendopor cuatro años debajo de un puente peatonal por la Avenida del Río”, afirmó don Eimer.

Luego de cinco años, don Eimer relató como reflexionó sobre su vida y tomó la decisión de cambiar su futuro, gracias a la invitación de un amigo, quien lo llevó al Hogar de Acogida Día, en el barrio Santa Helena.

“El programa Habitante de Calle recibe 420 habitantes de calle diarios entre el Hogar de Acogida Día, el Hogar Sembrando Esperanza, los dormitorios sociales y el punto de atención básica, de esta manera se les atiende integralmente y se les brinda la oportunidad de cambio para sus vidas, donde se les acompaña en el proceso”, dijo Diana Pereira, coordinadora del programa Habitante de Calle, de la Subsecretaría de Poblaciones y Etnias, de la Secretaría de Bienestar Social.

Ya tiene 4 años de haber terminado su proceso de resocialización y en lo que puede siempre está dispuesto a ayudar e invitar a los habitantes de la calle que llegan al programa, además, gracias a la ayuda de las psicólogas, tiene actualmente un trabajo en oficios varios en el Hogar de Paso Sembrando Esperanza, en el barrio San Bosco.

La relación con sus hijos se ha restaurado, gracias a que juntos cicatrizaron las viejas heridasy ahora él disfruta pasar su tiempo libre con Tata, Ingrid y Cristian, sus tres hijos. 

“Amo a mis hijos, aunque sean de diferentes madres, y mi sueño es trabajar mucho por ellos, porque tengo fuerzas para eso y quiero ahorrar para disfrutar el resto de mi  vida a su lado”, manifestó don Eimer con una gran sonrisa.

“Mi sueño es cuidar la relación con mi familia, y con la ayuda de mi Dios quiero ahorrar, le pido que me de la fuerza para nunca usar ese dinero para recaer y voy por buen camino.  La calle es dura”, expresó Eimer.

“Veo hacia atrás y mis amigos de  la calle, algunos, ya están muertos, otros desaparecidos, enfermos o en silla de ruedas, y me veo y sé que mi Dios me tiene para algo grande, me siento privilegiado, y aunque tengo medio siglo de vida, quiero seguir trabajando”, finalizó Eimer.

 

Elianne Urrego


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Fecha de publicación 17/06/2019
Última modificación 17/06/2019

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