Los turistas están cautivados con la magia del Petronio Álvarez

Los turistas están cautivados con la magia del Petronio Álvarez


Estamos en Cali, es un día esplendoroso, se siente el calor de un sol danzante que acompaña el ambiente con aroma a Pacífico, en un lugar que pareciera un campo de concentración multicultural, en el que miles de personas caminan por pabellones de los que emanan sonidos ancestrales nacidos en marimbas, cucunos, guasá, tamboras y clarinetes y que cautivan mágicamente el espíritu de los visitantes y reviven la memoria de aquellos maestros que le dieron vida al vigésimo segundo Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.

Estoy haciendo un leve recorrido con mi lente fotográfico que solo desea descubrir el encantamiento de las melodías, la alegría y la sabrosura del litoral colombiano. Sutilmente, la brisa caleña se hace sentir, con su aparición, logro divisar el movimiento de unos crespos desobedientes que van cayendo adormecidos, lentamente, presa del colorido y vistoso embrujo de un turbante, puesto ágilmente por una mujer de sonrisa espontánea. Este, casi ritual, se convierte en la exaltación a un atuendo que representa perfectamente la ancestralidad que se fusiona con los sonidos alegres que invitan a disfrutar a plenitud de esta fiesta cultural de saberes, artística, gastronómica y artesanal, justo aquí, en el pabellón de artesanías, peinados y cosméticos, en el que familias y amigos aportan al emprendimiento de aquellos que han decidido honrar sus tradiciones.

De pronto, inesperadamente un ritmo musical se escucha muy cerca de la zona de comidas, en donde confluyen siglos de sabores. Un grupo de bailarines agita el lugar; la gente, poseída por un espíritu musical, en el que la unificación humana perdura íntimamente entre miradas, sonrisas al vaivén de un pañuelo, indica que la “gozadera” está presente.

El grito se siente en las fibras de los danzantes: “¡Ay!, que ella ronca, canalete, ¡Ay! que ella ronca, canalete, ¡Ay!, que ella ronca, canalete, ¡Ay! que ella ronca, canalete”. Entre aplausos, los visitantes agradecen el instante, y de manera sorpresiva descubro a una madre y a su hija, dos mujeres manizalitas, la primera trabajadora social y la segunda medica de profesión, extasiadas y reafirmando porqué desde hace tres años vienen disfrutando del Festival Petronio Álvarez.

“El Petronio es una fiesta cultural que te mueve el alma, que te da escalofrío, que te genera muchos sentimientos encontrados de alegría y de tradición, de cultura, de cánticos”, expresó Luz Adriana Buitrago, (Madre).

“En realidad me encanta porque es un encuentro multicultural, hay gente de todas partes, buscando y encontrando entender la cultura del pacifico, disfrutando, bailando, comiendo, haciendo todo lo que ellos normalmente hacen en su cotidianidad, eso me parece muy bonito”, sostuvo emocionada, Natalia Cardozo Buitrago, (Hija).

Es evidente, sus rostros expresan la inmensa alegría de estar en el Festival, el paso a la zona gastronómica es obligatorio, para recargar energías y poder bailar y gozar el resto de la noche.

“La gastronomía es deliciosa, la variedad de platos, todo tiene una base tan natural, los encocados son deliciosos, todo lo que hacen con camarones es muy rico, licores como el arrechón son deliciosos”, afirmó Luz Adriana.

“La comida es lo que más me gusta, los licores los respeto porque son destilado, puro fruto de la caña y siento que me van a dar tres vueltas, pero mi mamá los disfruta”, comento, entre risas, Natalia.

Finalmente, las “embajadoras” manizalitas, que esta vez no se mueven al compás del pasodoble, sino del currulao, el abozao, la juga, el bunde, se decidieron por un suculento y delicioso seviche de camarón, para “aguantar” la descarga de euforia y entusiasmo del baile del litoral pacífico.

“Invitamos a todos a que vengan al Petronio, en realidad, es una fiesta incomparable, pueden venir desde temprano, se ponen el turbante, comen, se toman los licores del Pacífico y después van a bailar”, dijo Natalia.

Definitivamente, el Festival de Música del Pacifico Petronio Álvarez, demuestra que se puede compartir, convivir, con alegría, con amor, respeto y tolerancia, en un espacio dispuesto para el reencuentro multicultural, en el que la administración de Maurice Armitage le apuesta desde lo social: a lo que el mundo moderno no debe perder, el desarrollo y el bienestar del ser humano.

 

Crónica por Arturo López Tunubala.


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Fecha de publicación 18/08/2018
Última modificación 18/08/2018

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