Unas 1.800 familias han hecho a un lado la zozobra de habitar el jarillón

Unas 1.800 familias han hecho a un lado la zozobra de habitar el jarillón

“Vivir en el jarillón del río Cauca es vivir entre el miedo, el riesgo y la incertidumbre”. Alba Lucía Bedoya Vélez, quien desde hace más de diez años llegó a esa zona del oriente caleño, así lo dice.

Esta mujer, junto a sus dos hijos y su esposo, decidió invadir un pedazo de tierra aledaño al río y construir allí una casa en esterilla, en donde cabían las camas, un comedor, la sala y unos cuantos electrodomésticos, que para ella representaban lo suficiente para ser feliz al lado de su familia.

Pero su diario vivir dio un giro. Hoy, esta mujer oriunda de Risaralda, Caldas, hace parte de las casi 1.800 familias que salieron del jarillón y se reasentaron en los proyectos habitacionales designados por el Fondo Adaptación del Gobierno Nacional, en donde se cuenta con la gestión social de la Alcaldía de Cali, a través del Plan Jarillón de Cali.  Así, el miedo, que era el ‘pan de cada día’ en su casa, es parte de su pasado.

Junto a su pequeña hija, su hijo y su esposo, Alba Lucía se trasladó al proyecto Río Cauca.

“Un apartamento que para mí es una bendición, pues cuando llegamos a Cali empecé a pagar arriendo y luego tuvimos la oportunidad de meternos a la invasión, cerca de la laguna. Pero nunca vimos más allá y en el año 2011 lo perdí absolutamente todo cuando el río se desbordó. Fue una temporada dura de invierno y la casa nos quedó vuelta nada. Y aunque hicimos un cambuche para resguardarnos, ya nada era igual. Quedamos damnificados, sin nada, encima de un barrizal y pasando muchas necesidades. El miedo al río se nos metió en la cabeza”, cuenta Alba Lucía.

Por eso cuando llegó la notificación del Municipio, cuenta esta mujer, “diciéndonos que teníamos que desocupar la zona y aceptar una vivienda, yo no lo dudé. Era dejar el miedo atrás y no vivir más en riesgo. El río nos sembró mucho temor y por eso no nos atrevimos a construir más. Ahora mi casa es mía, es mi apartamento y poco a poco nos hicimos a lo necesario para habitarlo y estoy feliz. No encuentro palabras para este cambio, que fue enorme. Fue la mejor decisión, porque ya no nos acostamos con miedo”.

Una decisión que tomaron las casi 1.800 familias hoy reasentadas, entre las que figura la de doña Julieta Corrales, quien vivía en el jarillón, en el sector Las Vegas. Ella, sus dos hermanos y un cuñado, llegaron al plan habitacional Ramalí. “Y aunque nuestra casa era muy grande, yo tomé la decisión voluntariamente, sola y apoyada por mi familias y mis hijos, por el riesgo que corríamos, riesgo al río y a la inseguridad”, asevera.

Doña Julieta recuerda muy bien cómo se inundaron varias veces, en especial en 2011 y no olvida los constantes robos en la zona. “Por eso cuando nos hablaron de esta solución yo decidí que sí, le comunique a mis hijos y ellos me apoyaron. Salí del riesgo en el que me encontraba y acá ya no siento temor, estoy tranquila, más segura y la verdad me siento contenta”, recalca esta mujer que se trasladó a Ramalí en julio del año pasado.

Un cambio de vida

Las casi 1.800 familias ya reasentadas se encuentran distribuidas en Llano Verde, Potrero Grande y en las urbanizaciones Río Cauca y Ramalí. Y aquellas que deciden de manera voluntaria dejar su vivienda, llegan hasta el Plan Jarillón para acceder a los beneficios habitacionales y a la gestión social del Municipio, a través de capacitaciones de convivencia, empleo y diferentes jornadas, como de salud.

Ricardo Grajales Osorio, lleva tres meses y medio en Ramalí, tal como su vecino Robinson Duque Ospina. Ellos decidieron reasentarse tras el miedo a vivir en un jarillón que en cualquier momento se puede fracturar y generar una grave emergencia en Cali.

En el caso de don Ricardo, su primer acercamiento con el proceso de reasentamiento fue en enero del 2015, “pero en agosto de ese año nos decidimos a firmar. Fue un proceso difícil, pues en el jarillón tenía dos casas levantadas, una en material y la otra prefabricada, tenía una especie de huerta, pero lo cierto es que vivíamos muy inseguros. Además, no teníamos escrituras de nada y estábamos en un lote que le pertenecía al Gobierno”.

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Audio Rodrigo Zamorano


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Infografía Jarillón


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Audio Roberto Pizarro



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Fecha de publicación 12/02/2016
Última modificación 12/02/2016

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