Archivo Histórico de Cali testimonia el preciado valor de la libertad

Archivo Histórico de Cali testimonia el preciado valor de la libertad

Mariana tiene el cabello ensortijado y ojos color miel, es una hermosa mulata de 21 años,  estudiante de historia y está haciendo su tesis sobre la esclavitud en el Valle del Cauca en la época de la colonia, confiesa haber llorado cuando leyó por primera vez una carta de libertad, que eran los documentos con los cuales los esclavos testificaban ante propios y extraños ser negros libres y dueños de su voluntad.

La carta de libertad que leyó Mariana y que se encuentra en el Archivo Histórico de Cali, data del año 1746 y testifica ante escribano público, que una esclava llamada Juana Mulata, después de trabajar horas extras remuneradas logró comprar a su dueña, doña María de Cevallos, vecina de la ciudad de Cali, la libertad de su hija Francisca, también mulata y joven como Mariana por la cantidad de 140 patacones, la moneda de entonces.

Esta carta de libertad, similar a las escrituras de propiedad de las casas de hoy en día, les daba derecho y poder irrevocable a los esclavos a no estar sujeto a servidumbre, a ser posesión o propiedad de nadie, derecho también a  tratar, contratar, comprar y vender, a comparecer en juicio, otorgar escrituras y testamentos y hacer todo cuanto una persona libre puede hacer en uso de su propia voluntad.

Es muy normal que al leer las cartas de libertad y de compra y  venta de esclavos, muchas personas se sobrecojan, como Mariana, al sentir que el genocidio de la esclavitud, fue una realidad que aún deja vestigios  de exclusión y discriminación.

En estos documentos se puede palpar el trato de mercancía humana que sufrieron las personas que fueron traídas de África a Colombia y  que provenían de Alta Guinea, lo que hoy se conoce como el norte de Senegal, Baja Guinea, hoy conocido como Costa de Marfil y Camerún y también de países como Angola y el Congo.

Al ser capturados los esclavos eran marcados con un sello de hierro caliente en el pecho, con la marca de la compañía que los capturaba, y luego de dos meses de viaje en condiciones inhumanas eran marcados de nuevo con el sello del mercader o traficante que los compraba al llegar a Cartagena.

Luego de pasar por todo tipo de maltratos y ser vendidos a quien sería finalmente su amo, eran destinados a  realizar trabajo forzado en minerías, fincas agrícolas y haciendas señoriales.

Los documentos de compraventa eran formatos en los se detallaba el nombre del esclavo, que generalmente correspondía al apellido del dueño o a su lugar de captura o procedencia, también  se detallaba su edad,  dueño o compañía que realizaba la venta, la ciudad, el  número de esclavos en caso que la venta fuera un lote, nombre del comprador, forma de pago, estado de salud y  tiempo de garantía.

Cuando se leen estos documentos -que serán exhibidos este jueves 21 de mayo en la plazoleta el Samán del  Centro Cultural de Cali, en el marco de la celebración del Día de la Afrocolombianidad, se entiende por qué personas como Mariana se conmueven hasta las lágrimas, y se entiende por qué es necesario evocar la memoria de las mujeres y hombres que como la esclava Juana, lucharon para lograr que  hoy en día los descendientes de sus hijos puedan celebrar -de la mano de los mestizos, los indios, los blancos, todos- el preciado valor de la libertad.

Informes:
Fabián Barreiro M.
Comunicaciones, Secretaría de Cultura y Turismo de Cali
Teléfonos: (2) 885 8805/Ext 02 -  316 6573850
 


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Fecha de publicación 20/05/2015
Última modificación 20/05/2015

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