Masajes del alma en el Centro Cultural de Cali

Masajes del alma en el Centro Cultural de Cali


Es bueno cuando los espacios se llenan de palabras, de las buenas, las que cuentan y producen emociones  en quien las escucha. Por eso los que aman los mensajes de los poetas están complacidos con la programación que se está desarrollando en Cali con motivo del XIX Festival Internacional de Poesía, Cali 2019, organizado por la administración del alcalde Maurice Armitage.

Y es que de palabras, las originarias de la tierra  y las de los ocho poetas invitados, se han llenado diversos espacios en la capital vallecaucana: universidades, colegios, sitios tradicionales como El Parque de los poetas, El Teatro Jorge Isaacs; algunas bibliotecas entre otros, han sido los escenarios en los que los creadores de versos han dejado sus poemas  y han contado de sus libros, de su pensamiento traducido a palabras que son masajitos al alma.

Hay todavía mucho despistado, de aquellos que dicen que para qué los poetas y los versos que hacen; que para qué diablos se escribe poesía;  ese palabrerío inútil que nada les dice a quienes sus emociones tienen otros nortes, más funcionales y prácticas, dicen ellos.

Pero para quienes aun se emocionan ante la cadencia de un poema, o sienten que el mundo es mejor cuando se disparan versos y no balas; se suman a lo que señalaba el gran poeta chileno, Pablo Neruda: “Son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema”.

Y es que la poesía es una atalaya desde donde, por medio de voces, se celebra la vida, se le canta al amor, se exorcizan las tristezas, se loa la ternura, se canta a la existencia que está hecha de muchos ingredientes con los que los poetas arman sus poemas  y los comparten en sus voces que los oyentes se llevan en sus almas y  que el viento ayuda a esparcir por todas partes.

Durante la actividad “Viento y versos  en la plazoleta” que se realizó en el Centro Cultural de Cali, los asistentes,  pudieron escuchar a Camila Charry de Colombia; al uruguayo, Fernando Chelle, a los  también colombianos, Jorge Eliecer Ordoñez, Luz María Chavarro, Karolina Urbano y al chileno, Omar del Valle Astudillo.

Camila Charry, cabello  de fuego al viento cantó:

 

Meditación

 

Aquí fumando,
mal hábito deseado,
el letargo es contingencia.
Estirar la mano entre el humo y el cenicero,
amputar la ceniza y de la incisión
extirpar el signo.

Los malos hábitos
se aprenden a escondidas,
mirar bajo el vestido de una monja,
en el vino encontrar la salvación
y ante el gesto generoso de los hombres
confirmar la inexistencia de Dios.

Pertenece al artificio,
a la civilización,
el escándalo.

Por acá, solo el humo que fluye,
la pena del fósforo que no atina
al cuajo.
Cuánta carne sobre la tierra.
Cuántos coágulos.

Masajes del alma se escucharon en el Centro Cultural de Cali

 

Fernando Chelle, el uruguayo quien se vino de su pequeño Uruguay a  Colombia porque: “Colombia es país con muchos países, de regiones”.


Y así verseó el poeta:

 

El cuchillero

 

Un esquivo pez de luz
como un tajo de plata en la noche
desató la tormenta.

En la esquina del triste farol
calló la sangre negra
y se arrastró en la sombra
como una serpiente
de mil cabezas
moribunda
agónica de borbotones.

La luz de luna
derramada en los viejos adoquines
lustró, todavía más, los mocasines en fuga.

Después, todo fue silencio
quedó sola la esquina
el farol, los adoquines
y hasta la luna en el cielo.

Fernando Chelle

Luz Maria Chavaro, Opita oriunda del Agrado, Huila. De verdad es un agrado escuchar sus versos.

 

El lápiz

 

Piensa,
antecede el árbol
luego madera
tintura en sus venas
un sueño que escribe
las manos lo abrazan
acoplan el ansia de la hoja blanca
chorrean palabras los dedos.

Caen los sonidos
espiral que marca el tiempo
un instante lento produce
notas de besos con la tierra.

Luz Maria Chavaro

 

Jorge Eliecer Ordoñez, caleño, con oficio de largo aliento en la poesía, leyó sus versos para confirmar su estilo que ya reconocen quienes siguen su trabajo poético.

 

Tiempo de segar

 

En Senegal
País de cabras
Y mujeres invisibles
Ovillando la luna
Cuando muere el poeta
Lo sepultan
En el tronco viejo
De un árbol

Al verano
Escasea el agua y la comida
Entonces
Pájaros migratorios
Vienen a picotear
La madera que canta.

Jorge Eliecer Ordoñez

Carolina Urbano Guzmán, nacida en Pasto, fue otra de las voces femeninas de la noche. Con sus versos contó de escritores y pintores que han sido importantes en su vida.

 

Los colores de Van Gogh

 

Tu destino depende del color de los sentidos
El gris se unta de sombra
Y recuerdo
Es la agonía de los días
Una cadencia de sueños.

Tus pies descalzos viajan
Por la brasa azul de las estrellas
Y no te conducen al mar.

Tal vez si no hubieras tocado el ocre
El rojo-marrón, rojo-pardo de tu alma
Que sembraste en las mejillas
En los labios
En los olores de prostíbulos
Y pieles descarnadas,
Podríamos tejer tu suerte
Con las fibras del lienzo.

Pero quisiste huir por la ventana
Iluminando tus ojos con el trigo.

Carolina Urbano Guzmán

Omar del Valle Astudillo, chileno, de ese sur donde aún se escucha la voz de Neruda, llegó Omar del Valle para entregar sus versos que cerraron la noche en la que fue invitada de honor la palabra.


En su voz, con ese deje especial de los chilenos el vate dijo:

 

Poema 7 de libro del desvelo (Fragmento)

 

Se aprovecharon de nuestra ingenuidad
De nuestra mala memoria
De nuestro descuido
Y nos estafaron
Porque las leyes
Las han creado y crean
Para la aplicación
A la justa medida
de su turbiedad y ocultamiento.

Porque nos vieron preocupados
De las desgarraduras
Y mala o buena puntería
De futbolistas y luminarias del realiti
Con sus torbellinos de enajenación….

Omar del Valle Astudillo

Así terminó la jornada de versos. Se escucharon los poemas que a veces son espejos en donde se miran pasar las vivencias: coincidencias en tinta. Los poetas lograron  su propósito: desarrugar el alma de los presentes, hacerlos olvidar de esa cotidianidad exasperante, que estaba ahí no más a dos pasos del recinto que se volvió refugio para sentir los masajitos en el alma.


Número de visitas a esta página 986
Fecha de publicación 13/09/2019
Última modificación 16/09/2019

Versión 7.0.1

Powered by Nexura